Gastronomía Y Adelgazamiento

La gastronomía, como arte, demuestra la evolución del hombre y el grado de inteligencia alcanzada. Desde la carne cruda a la cocina sofisticada no sólo han pasado los milenios, sino el espíritu, en el sentido filosófico que a tal voz le imprimía E. Rothacker, y también en el trascendente, pues si Santa Teresa decía que encontraba a Dios en los pucheros, no hay por qué dudar de que algunas recetas están ciertamente inspiradas por la divinidad.

Pero no olvidemos alguna de las premisas fundamentales como la de que nutrirse es algo mucho más importante que alimentarse, pues, aunque ya sabemos que la nutrición es algo inconsciente, que desarrolla el organismo de forma natural y que la alimentación es un acto voluntario al que nos vemos impelidos de manera perentoria, es deseable que al alimentarnos pensemos en nutrirnos; es decir, seamos racionales en la ingesta. Y esa racionalidad no tiene por qué estar exenta de belleza, de estética, de perfección. Debemos comer lo que necesitemos elaborado de la forma más refinada posible.

El cuerpo humano es un perfecto laboratorio, quizás el más perfecto del universo. Es demasiado valioso como para no cuidarlo con esmero; por ello aprenderemos a cuidarlo por dentro, dándole todo lo que necesita para que dure mucho tiempo y en las mejores condiciones posibles. No olvidemos que “el hombre come su salud o su enfermedad”.

El refrán “al buen hambre no hay pan duro” responde a épocas o situaciones de necesidad, que deberían ser rechazadas en la civilización del consumo, o en situaciones de abundancia.

En el Congreso Internacional sobre el Tratamiento de la Obesidad, celebrado en Amberes en septiembre de 1993, en el que se expusieron los últimos avances médicos, el doctor Jaap Saadell afirmó que entre el 25 y el 35 por ciento de las mujeres españoles sufre problemas de obesidad, es decir, que una de cada tres es obesa o tiende a serlo, lo que, de ser cierto, debe preocuparnos seriamente a los médicos especializados en dietética.

En general, y refiriéndonos a Europa, estamos en un saludable término medio, pues sólo en Grecia, el Benelux, Alemania, Italia y Gran Bretaña, son algo más delgados que el promedio de los españoles. Pero también en Amberes se dijeron otras cosas que considero interesantes, como esta que extraigo del diario El Mundo (21-9-93); se trata de un pequeño recuadro que considero bastante ilustrativo:

“En el siglo XIX los ricos eran los gordos y los pobres, los que lucían cuerpos más estilizados. Ahora las cosas son diametralmente opuestas. La clase media-alta, más sensibilizada a los problemas de la salud y excesivamente preocupada por la estética, procura no engordar. La clase baja, sin embargo, tiene menos prejuicios con la salud, consume más grasa, hace menos ejercicio y engorda mucho más”

No creo que se necesiten aclaraciones especiales, todo queda muy claro, aunque el autor se siente en la necesidad de rechazar las generalizaciones, pues no suelen responder a la realidad, y, desde luego, la tajante clasificación de “clases” que se especifica en el suelto periodístico, por estar absolutamente pasada de moda. Como siempre los datos estadísticos han de servirnos como tendencias de determinados grupos sociales, pero nunca como valores absolutos y, por tanto, definitivos.

Extractado del libro “La Dieta Perfecta” del Dr. Cidón Madrigal. Reproducido con permiso del autor. Todos los derechos reservados.

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