Función De Cada Alimento
Antes de comer sin hambre y de forma irracional, deberíamos pararnos a pensar si el plato que tenemos delante es tan bueno para el cuerpo como para el paladar.
Tras haber hablado, de modo general, de actividad energética y de actividad de reconstrucción biológica de los alimentos, vamos a exponer las características específicas de los tres principales tipos.
Hidratos de carbono, glúcidos o carbohidratos
El principal cometido de los carbohidratos es aportar energía a los diversos tejidos, sobre todo al cerebro y al sistema nervioso. Además de tener una tarea energética fundamental para el organismo, cumplen una función de “lastre” insustituible en el intestino, por ser ricos en fibras vegetales.
El almidón es el carbohidrato que más interviene en la dieta del hombre y está presente en las patatas, harinas, arroz, leguminosas, etc.
También encontramos en la dieta carbohidratos en forma de monosacáridos y disacáridos, presentes en frutas, leche, azúcar, etc.
En la actualidad, se tiende a consumir cereales integrales frente a los refinados que carecen de fibra vegetal; la razón es que la fibra vegetal no engorda, ya que el organismo la expulsa sin digerir. Además, regulan la sensación de saciedad y aumentan el volumen de los residuos intestinales, evitando el estreñimiento.
La secreción de insulina es estimulada por concentraciones de glucosa en sangre; por ejemplo, tras la ingestión de carbohidratos. La principal tarea de la insulina es retirar la glucosa de la sangre, siendo el destino principal de ésta el tejido adiposo (las reservas grasas del organismo) y los músculos. En el hígado, la glucosa es transformada en grasa, la cual se almacena en el organismo como reserva energética disponible para ser utilizada entre comidas; en los músculos, es utilizada para sintetizar el glucógeno, que actúa como reserva energética a corto plazo para la actividad muscular.
Grasas o lípidos
Proporcionan, fundamentalmente, energía calórica. Son el secreto del sabor y la textura apetecible y, además, intervienen en la absorción de las vitaminas liposolubles (A, D, E y K).
Las fuentes alimenticias de las grasas son los aceites vegetales (oliva, maíz, girasol, cacahuete), ricos en ácidos grasos insaturados, y las grasas animales (tocino, mantequilla, manteca de cerdo, etc.), ricas en ácidos grasos saturados.
Los términos grasas saturadas y grasas insaturadas son muy utilizados, pero sin duda de forma incorrecta, ya que ninguna grasa de la dieta está compuesta sólo por un único tipo de ácidos grasos. Por ejemplo, la mantequilla se considera una grasa saturada, pero en realidad contiene un 65 por ciento de ácidos grasos saturados, un 32 por ciento de ácidos grasos monoinsaturados y un 3 por ciento de ácidos poliinsaturados.
En una alimentación equilibrada es conveniente consumir grasas animales y vegetales.
Una buena parte de la grasa que se debe consumir se ingiere de forma solapada, por ejemplo, con carne, embutidos, quesos, chocolates, dulces, frutos secos, aceites, etc., que tomadas fuera del menú cotidiano e ingeridas muchas veces de forma inconsciente, con las que desequilibran cualquier dieta y hace que la balanza se incline hacia la obesidad.
Proteínas
Las proteínas son imprescindibles en la dieta, ya que se hacen indispensables para el crecimiento, el funcionamiento y la reparación del organismo.
Durante el proceso de la digestión las proteínas de la comida se transforman en aminoácidos. El organismo necesita un total de veinte aminoácidos; de éstos, ocho (conocidos como aminoácidos esenciales) deben ser aportados por los alimentos de la dieta; otros (conocidos como aminoácidos no esenciales) pueden ser sintetizados por el propio organismo cuando los necesita. Intervienen en la composición de enzimas, hormonas y anticuerpos, además de suministrar energía.
Las fuentes de suministro de las proteínas son principalmente de origen animal: carnes, pescados, mariscos, aves, leche, queso y huevos.
En los vegetales se encuentran proteínas de estimables valor biológico; éste es el caso de la soja, leguminosas, cereales, frutos secos, etc. En una alimentación equilibrada es necesario variar las diferentes fuentes de proteínas, ya al menos el 50 por ciento de las ingeridas deben ser de origen animal.
Vamos avanzando en el conocimiento de las reacciones del organismo frente a la comida, y si antes decía que es necesario divulgar este tipo de conocimientos a través de los medios de comunicación, sobre todo los públicos, creo que habría que comenzar en la escuela, pues de la misma forma que se da una cierta instrucción de tipo sexual, se me ocurre que no sería menos importante sentar las bases primordiales de la dietética, lo que posiblemente ayudaría a enseñar a los más jóvenes a alimentarse de forma correcta.
Los pequeños y las hamburguesas ligan a la perfección, pero cabría preguntarse: ¿se debe a las hamburguesas en sí mismas o la habilísima publicidad? De la respuesta dependen una serie importante de reflexiones.
El apetito es deseable, pero también controlable, y en la actualidad al menos hay cierta inquietud, creo que en todas las clases sociales, por mantener una estética aceptable y adecuada a la edad; y eso es lo malo, que sólo parece preocupar la línea y en pocos casos la salud.
Los chistes de glotones ya no son tan frecuentes, lo que nos indica claramente que la consideración hacia la comida ha cambiado. La civilización opulenta, cubiertas las necesidades primordiales, centra sus intereses en otras cuestiones. Así comenzó la civilización y seguramente la propia evolución del hombre, pues hasta que no resolvió sus muchos problemas alimentarios a través de la agricultura y la cría de animales en cautividad, no pudo dedicarse a la observación y al estudio de su propio entorno.
De la contemplación de las espigas de trigo al viaje a la luna han pasado varios cientos de miles de años. Los cazadores del Paleolítico consumían carne cruda, los astronautas alimentación sintética.
Es posible que nuestra sociedad de consumo, que ya no se preocupa por la falta de comida, esté iniciando un despegue hacia otras posibilidades culturales que somos incapaces de advertir, aunque los grandes sociólogos, Alvin Toffler con su teoría de la olas sucesivas de civilización o Francis Fukuyama sí se plantean el futuro y habrá que estar pendientes de sus obras, así como de las de otros autores que nos ayuden a entrever el porvenir
Fukuyama plantea la necesidad que tiene el hombre de que se le reconozca, y, con seguridad, cada uno de los miembros de la especie humana, al menos en Occidente, camina en busca de su reconocimiento, tenga o no méritos; no quiere ser un número, sino él con sus obligaciones, pero también con sus derechos, para lo que reclama, cada vez como más ahínco, la solución a sus problemas sociales.
Y sin duda el asunto más urgente es la salud; por eso, las naciones del mundo deberían, al margen de las campañas publicitarias comerciales, iniciar grandes programas informativos sobre la correcta alimentación para obtener una adecuada nutrición que deviene larga vida.
Extractado del libro “La Dieta Perfecta” del Dr. Cidón Madrigal. Reproducido con permiso del autor. Todos los derechos reservados.
¿Quiere más información sobre los precios para adelgazar?